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Santiago en 100

Por ~ Publicado el 2 diciembre 2008

Por Catalina Jaramillo

Ayer en la Plaza de Armas se entregaron los premios de Santiago en 100 palabras, organizados por Plagio, Minera Escondida y Metro de Santiago. Un público variopinto aplaudió a los autores de los 12 mini cuentos ganadores, en su mayoría jóvenes. Todas las historias fueron musicalizadas y leídas por los integrantes de la Banda Conmoción, un colectivo de 19 músicos que logra hacer lo que promete. Yo al menos vi a un caballero de unos 70 bailar como si tuviera 20.

Esta es la octava versión del premio en la que participaron 37.162 historias. Esta vez se otorgó $1.000.000 al ganador, $500.000 al segundo lugar y $250.000 al tercer lugar (Rodrigo Fernández, ayudante del Taller de radio y ex alumno de la Escuela de Periodismo UAH). Además, se entregó un premio especial al talento joven y otro a un cuento elegido por el público (15.972 personas votaron a través de la web). Como ya es tradicional, los cuentos serán exhibidos en los trenes y estaciones del Metro.

En palabras de Carmen García, jurado del premio y directora de Plagio: “Santiago en 100 Palabras refleja las imágenes y percepciones que tienen los ciudadanos de Santiago. Historias con las que convivimos diariamente. Al tomar el metro, al leer el diario, estos cuentos adquieren vida y nos permiten construir la ciudad que todos queremos. Por eso Santiago en 100 Palabras, más que un concurso, se ha vuelto una fiesta ciudadana. Y la premiación fue un fiel reflejo de eso”.

Como posdata y lamento: el portal www.plagio.cl está en su último número por falta de recursos. Si no lo ha leído, es ahora o nunca. Pero ojo, Plagio y Santiago en 100 palabras siguen.

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CUENTOS GANADORES

1ER LUGAR: “ADRIÁN Y YO”

Con Adrián vivimos en el centro. Me hace reír mucho. Está convencidísimo de que es un asesino en serie. “Soy un roba almas”, dice mientras nada inquieto de un lado a otro en la pecera que le compré. Últimamente está muy callado. Intenté hacerle cariño, pero inmediatamente comenzó a dar saltitos acrobáticos queriendo morderme algún dedo. Se cree piraña. Un domingo lo vi devastado, así que disolví 1/4 de fluoxetina en su agua y me tomé otra pastilla yo. Estuvimos toda la tarde mirando fijo por la ventana, tarareando canciones en inglés. Es que a veces nos sentimos muy solos.

Paloma Amaya, 25 años, La Reina

SEGUNDO LUGAR: “LOS ALBAÑILES”

Se mira las manos sucias y partidas antes de caminar hasta la baranda del andamio. Está en la punta del edificio. Durante un rato observa la ciudad abrazada por la nube de esmog. Luego ve emerger las siluetas de las construcciones aledañas. Y al cabo de un momento, desde la cumbre de una de ellas, observa el destello de la luz del sol rebotando en un pequeño espejo que sostiene un hombre en su mano. Es la señal convenida.

Renard Betancourt, 57 años, Ñuñoa

TERCER LUGAR: “TARDE AL CIRCO”

Un payaso harapiento caminaba por la berma en el sentido contrario de la autopista. En su mano llevaba un bidón y tenía las manos manchadas con grasa. Su cara pintada de blanco hacía resaltar una nariz roja y grande. Desde la ventana de un auto un niño lo vio pasar. Esa noche no pudo dormir. Se quedó pensando qué le hacían a los payasos si llegaban tarde al circo.

Rodrigo Fernández, 23 años, Vitacura

PREMIO AL TALENTO JOVEN: “PINGÜINOS”

Comenzó de forma discreta: un copo de nieve en el torniquete, otro sobre la línea amarilla. Poco a poco tanto los vagones como los andenes se llenaron de cuerpos negros y manchas blancas. Un día se tomaron un tren. Había al menos quince decenas de ellos. Cubrieron el piso de hielo e idearon un sistema para que nevara con un aroma distinto en cada vagón. Cuando tomaron posesión de la línea completa trajeron al festejo un par de osos polares. Regalaron patines en caja y hubo todo el día helado gratis. Fue la mejor revolución pingüina que haya visto.

Emilia Díaz, 17 años, Ñuñoa

PREMIO DEL PÚBLICO: “INTIMIDAD PASAJERA”

Se llama Juana Catrilqueo Peña. Nació hace 63 años en Mantilhue, una localidad rural ubicada a 70 kms de Osorno. A los 15 se vino a Santiago a trabajar como nana. Tuvo un hijo que murió atropellado en la Alameda el año 86. Desde entonces vive sola en una pieza que arrienda en Quilicura. Es callada, sigilosa y muchas veces pasa desapercibida. Viaja en micro todos los días a la casa de sus patrones y aprovechándose del tumulto y los apretones de una intimidad obligada, acurruca su cabeza en el hombro de otro pasajero sin que nadie se dé cuenta.

Gonzalo Andrade, 26 años, La Florida

Más información: www.santiagoen100palabras.cl


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