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Despacho desde Londres: Premio Anna Politkovskaya

Por ~ Publicado el 16 octubre 2008

Por María Angélica Bulnes desde Londres

¿Se acuerdan de Anna Politkovskaya? Es la periodista rusa que denunció la guerra en Chechenia, se opuso a Putin y fue asesinada a tiros en su edificio en Moscú. Esta semana se cumplieron dos años desde que eso pasó, y el caso acaba de ser enviado a un tribunal militar, porque uno de los acusados fue de la KGB y la familia de Politkovskaya teme que los autores materiales y más aun los intelectuales queden impunes.

Acá en Londres su muerte fue conmemorada con la segunda entrega del Premio Anna Politkovskaya, que se realizó en el Frontline Club, un restorán en cuyo segundo piso se reúnen corresponsales de guerra de distintas partes. Si bien cubrir a los medios de comunicación chilenos puede ser una tarea de pánico (especialmente si se trata de El Mercurio, en el último tiempo), no da para tanto como para sentirse corresponsal de guerra, pero de todos modos me pareció que esto podía ser interesante y fui hasta allá.

El premio, que reconoce a defensoras de los derechos humanos en zonas de guerra y conflicto, recayó en la activista Malalai Joya, y fue entregado por Jon Snow, un conocido y respetado conductor del Channel 4. El periodista no podía creer que Joya, quien se ha enfrentado al mundo más duro de Afganistán (que sí que es duro) y es descrita como “la mujer más valiente de Afganistán”, fuera tan minúscula como es. “Te ves más grande en la televisión”, le dijo a la mujer de 30 años y voz suavecita.
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<!–[endif]–>Malalai Joya es una de las cientos o miles o millones de personas de países periféricos que compiten para llevar la atención de los medios, las autoridades y las ONG de los países en los que se toman las grandes decisiones hacia sus causas. Hasta ahora a ella no le ha ido mal: ha recibido reconocimientos a su labor en varios países europeos, se ha vuelto un nombre de peso en el mundo de la defensa de derechos humanos, ha sido entrevistada en medios destacados y el documental Enemies of Happiness, centrado en su vida consiguió atención y premios en varios festivales como el de Sundance.

Pero a Joya no le ha ido tan bien en términos personales. Elegida como la representante más joven del parlamento de su país y delegada de la asamblea constitucional, fue expulsada cuando denunció la corrupción y los abusos de los parlamentarios en Afganistán: “Este parlamento es peor que un establo o un zoológico”, dijo. Desde entonces ha sido atacada y amenazada de muerte, vive escondida, se cambia permanentemente de casa y pese a que la odia, usa la burka para que no la reconozcan en la calle y seguir con sus actividades. En Afganistan promueve una organización para mujeres; afuera de su país denuncia y en términos generales dice lo siguiente: muchos suponen que después de 2001, cuando los talibanes fueron derrocados por Estados Unidos, la situación afgana mejoró. Eso no es cierto. Las mujeres siguen siendo abusadas y denigradas permanentemente y eso incluye violaciones de menores, muy menores (cinco años), ajusticiamientos y todo tipo de coacciones. La gran diferencia es que este “estado mafioso” como ella lo describe es gobernado por gente que fue promovida y tiene el apoyo de Estados Unidos.

Su activismo la hizo merecedora del premio que lleva el nombre de la periodista rusa asesinada y que es entregado por RAW (Reach All Women) in War. Esta es una ONG fundada por la búlgara Mariana Katzarova, ex alumna de la escuela de periodismo de Columbia, amiga de Anna Politkovska, y con una historia larga en el área de derechos humanos que incluye Amnistía Internacional, a la que, dicho sea de paso, no le agradé mucho. A la ceremonia venía una cantante iraní, a la que ella quería que yo entrevistara de forma inminente (ahora o nunca). Educadamente le dije que no, sencillamente porque no tenía nada que preguntarle, no me gusta hacer entrevistas por compromiso y porque estaba más interesada hablando con Elena Kudimova, la hermana de Anna Politkovskaya, sobre cómo había seguido la vida para el resto de su familia tras el asesinato de su hermana. Pero, aunque pensé que hasta ahí no más llegaban las relaciones, y que tendría que vivir con eso, veo que no son gente rencorosa porque me acaban de invitar a un seminario.

 

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