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De protagonistas a excluidos: las trabas para la participación de NNA en el proceso constituyente

Por ~ Publicado el 2 julio 2021

A pesar de ser los y las estudiantes quienes “saltaron los torniquetes” y comenzaron el proceso que está llevando a Chile a escribir una nueva Constitución, niños, niñas y adolescentes (NNA) hoy están excluidos. Sin derecho a voto y marginados de cualquier incidencia directa, su participación sigue incierta a sólo dos días de que la Convención Constitucional empiece a trabajar. Distintas encuestas dan cuenta de que el interés por ser parte activa de los cambios y que su voz sea escuchada y considerada para el futuro del país, es mayoritario, pero los proyectos fallidos para permitirles sufragar y el rechazo del mundo político de incluirlos como actores, los mantienen obligados a la movilización desde el margen de la institucionalidad. ¿Qué caminos quedan para que los NNA puedan ser parte en la redacción de la nueva Carta Magna?     


Fernanda tenía 13 años en octubre de 2019, cuando comenzó el estallido social. Las marchas, las protestas, las consignas, los enfrentamientos con Carabineros, la violencia callejera y la lucha de una sociedad que llegó a un punto de inflexión y no retorno. Al inicio, sentía algo de temor, así que no participaba en las manifestaciones. “Lo comparaba con una película, no creía lo que estaba pasando, pero empecé a darme cuenta de que por algo había sucedido todo”, cuenta.

La del 25 de octubre fue la primera a la que asistió. “La marcha más grande de Chile”, decía la convocatoria que circuló en redes sociales, y así fue: la más grande de todas. Sólo considerando las calles de Santiago, más de 1.200.000 personas se concentraron esa jornada y ahí, entre medio de la muchedumbre, en el epicentro de todo, en la llamada Plaza Dignidad, estaban Fernanda y su mamá. Ya no tenía miedo, pero siempre estaba pendiente por si la perdía de vista, de estar en todo momento con su celular a mano por si pasaba algo -cualquier cosa- o de estar lista por si tenían que correr.

Fernanda vive en Peñalolén, y después de ese día, comenzó a ir a más manifestaciones junto a su mamá. Cuenta que “siempre iba con ella, nunca sola. Íbamos a los llamados que se hacían en Plaza Egaña porque nos quedaba más cerca o a lugares y plazas acá en la comuna, y siempre en los cacerolazos desde la casa”. 

Con 15 años, dice hoy tener la película clara: “Vivimos en un país donde los y las adolescentes nos damos cuenta de lo que sucede, entonces no poder participar más allá de las protestas es fome, porque somos chilenos y chilenas y es como si nuestra opinión se ignorara”.

Lo que siente no es excepcional y resulta paradójico si se revisa lo ocurrido en los últimos años con las principales movilizaciones que han marcado al país. En 2006, con la llamada Revolución Pingüina, fueron los y las estudiantes secundarios quienes propiciaron en las calles y mediante la toma de diversos establecimientos la reforma del sistema de Educación, aunque en las decisiones adoptadas no tuvieron voz ni voto. Con el movimiento estudiantil de 2011, pasó lo mismo y ahora, con el proceso constituyente, ocurrió igual: fueron los niños, niñas y adolescentes (NNA) quienes, saltando los torniquetes del Metro, dieron el puntapié inicial a la protesta ciudadana que derivó en el camino para cambiar la Constitución de 1980. Pero no pudieron participar en el plebiscito ni votar por sus representantes en la Convención Constitucional que este domingo 4 de julio comenzará a sesionar.   

Como aún no se definen los mecanismos de participación ciudadana que operarán durante el año que dure el trabajo de los y las convencionales constituyentes, el rol que los NNA tendrán en el proceso es incierto. Sin derecho a voto ni incidencia directa, hoy se ven obligados a seguir movilizándose desde los márgenes de la institucionalidad, apoyando las pocas instancias informales que distintos organismos han impulsado y presionando para que, eventualmente, cuando se tenga que aprobar o rechazar el texto de una nueva Constitución, puedan acudir a las urnas y marcar una preferencia. 

Gentileza: Reuters

Gentileza: Reuters

 

Excluidos por edad  

Ya en 2015 se podía ver en un documento elaborado por el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas la preocupación de que “en el ordenamiento jurídico [chileno] no se reconozca expresamente el derecho del niño a ser escuchado y que se tenga en cuenta sus opiniones en todas las cuestiones que le afecten”. El informe también resaltaba que “no existen estructuras oficiales que permitan a los niños participar en la elaboración de las políticas nacionales, regionales y locales relativas a la infancia, y en particular procesos que muestren de qué manera se tienen debidamente en cuenta sus opiniones”. Eso último, en todo caso, cambió en 2018, cuando se creó la Defensoría de la Niñez.

Pero los NNA siguen excluidos de los procesos formales de toma de decisiones y para Fernanda, al igual que muchos, eso está mal: ella cree que los y las menores de edad deberían poder votar. 

“Somos muchos, y esto se puede ver en las manifestaciones: siempre hay muchos adolescentes. Tenemos opiniones y queremos participar. Si bien pueden decir ‘ya van a poder participar’, yo tengo 15 años y me faltan todavía tres para poder hacerlo, y es algo que a una le gustaría que pasara ahora. Tenemos opiniones y queremos hacerlas visibles en algo más grande, no sólo en conversaciones simples o en la calle”, dice.

Lo mencionado por Fernanda también se ve reflejado en el Estudio de Opinión de Niños, Niñas y Adolescentes realizado por la Defensoría de la Niñez en 2019, cuando el proceso constituyente recién tomaba forma. El 53,7% de los/as encuestados/as mencionó que le gustaría participar en los plebiscitos contemplados para una nueva Constitución, y un 58% consideraba que se debía incluir a menores de 18 años en el proceso de redacción de una nueva Carta Magna. Por supuesto, eso no ocurrió.

El estudio de la Defensoría de la Niñez también dio cuenta de una alta participación en las movilizaciones: un 55,5% de los NNA encuestados habían participado en manifestaciones y un 38,2% había sido parte de conversaciones en los establecimientos educacionales.

Chile suscribió en 1990 la Convención sobre los Derechos del Niño, donde se establece que “los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño, en función de la edad y madurez”. En otras palabras, la obligación del Estado de garantizar el derecho de los NNA a expresar su opinión en los temas que le atañen directa e indirectamente. Algo que no estaría ocurriendo.

“Los niños, niñas y adolescentes siguen invisibilizados y ausentes. El Estado se ha negado, a pesar de la obligación que le impuso la Convención de los Derechos del Niño hace 30 años, a reconocerles y tratarles de manera plena, como sujetos de derecho. Para que esta nueva etapa país constituya, de verdad, un nuevo trato con ellas y ellos, su voz, ideas y propuestas no pueden seguir ausentes”, escribió Patricia Muñoz, defensora de la Niñez, en una columna que publicó CNN Chile.

Antonia Rolland, vocera de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES Chile), dice: “Creemos que los niños, niñas y adolescentes deben ser reconocidos como sujetos que pueden pensar, argumentar y que esto es válido, que sus experiencias y vivencias son igual de válidas a las que tienen los adultos (…) vivimos en una sociedad totalmente adultocéntrica, donde un claro ejemplo es que nosotros no podemos votar sólo por ser menores de edad, como si no tuviéramos la suficiente capacidad para hacerlo. Por eso nos ha tocado tener solamente otras formas de organización, desmarcadas de la institucionalidad”.

Muy jóvenes para votar

Fernanda estudia en el Colegio Santa Marta, en Ñuñoa, y junto a sus compañeros y compañeras, se organizó durante el estallido social para ser parte de las manifestaciones.

Entre “paros de lápices” y una fuga fallida del establecimiento, lograron llegar a un acuerdo con la dirección del colegio para realizar conversatorios sobre la crisis política que se estaba viviendo y colocar lienzos y pancartas en la fachada del establecimiento, demostrando que también eran conscientes de lo que sucedía.

“Es algo que nos afecta a todos, independiente de la edad que tengamos. Es algo que está sucediendo ahora y las decisiones que se vayan tomando nos van a afectar también cuando crezcamos. Por ejemplo, sobre las pensiones: si no se reclama ahora, cuando yo termine de trabajar va a seguir pasando y por eso salgo a protestar, porque quiero que lo que está mal ahora, cambie para el futuro”, dice.

Aunque no pudo votar para el plebiscito de octubre de 2020, Fernanda estaba feliz de que su familia lo hiciera. “A pesar de que mucha gente fue a votar, que yo no pudiera hacerlo, al ser una persona que vio y participó del estallido social, da lata”.

Al menos 11 países ya disminuyeron la edad mínima para votar por debajo de los 18 años. En la región, están Argentina, Brasil, Ecuador, Nicaragua y Cuba, donde el voto para adolescentes desde los 16 años está permitido y es voluntario. En Chile, sobre todo tras la revuelta del 18-O, se ha intentado rebajar la edad para el sufragio y así darle la posibilidad a las y los estudiantes secundarios de ser parte del proceso constituyente. Todo ha sido, hasta ahora, infructuoso.  

En mayo de 2020, la defensora de la Niñez solicitó formalmente al Congreso rebajar hasta los 16 años la edad de votación en los plebiscitos de entrada y salida del proceso constituyente. “Una de las formas en que se puede hacer efectivo el derecho a ser oído de las y los adolescentes, y dar cumplimiento a las recomendaciones del Comité [de los Derechos del Niño], es precisamente permitiendo su sufragio voluntario en las distintas etapas contempladas en el itinerario constituyente, concretando así una participación que integre a este grupo de la población, que son agentes claves del desarrollo del país, efectivizando sus derechos”, dice el documento que Muñoz envió a los entonces presidentes del Senado y la Cámara de Diputados. 

Pero la petición no prosperó.

En abril de este año, el diputado Boris Barrera (PC) volvió a la carga con una moción para modificar la Constitución e incluir en el padrón que deberá votar de forma obligatoria en el plebiscito de salida a votantes desde los 14 años de edad. Sin embargo, a pesar de haber sido acogida a trámite, la iniciativa no ha tenido movimientos desde su ingreso.

 

Participar desde el margen

La Convención Constitucional está compuesta por 77 mujeres y 78 hombres, como resultado de la paridad de género. La más joven tiene 21 años; el mayor, 81.

Según el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV), el rango etario para describir a una persona como joven es entre los 15 y 29 años. Bajo este principio, sólo hay ocho jóvenes en la Convención Constitucional, apenas el 5% de los y las convencionales. De ellos, sólo cuatro mencionan en sus programas promover el reconocimiento explícito de los NNA como sujetos de derecho.

A pesar de que hasta ahora los menores de edad no son partícipes del proceso constituyente, han existido distintas instancias para que entreguen su opinión frente a los temas que se proponen para la nueva Constitución, abriendo caminos una participación -indirecta, hasta ahora- en el camino constituyente.

Una fue la encuesta “Los niños también votan”, realizada por la ONG World Vision durante octubre de 2020, previo al plebiscito de entrada. 17.318 NNA entre 6 y 17 años respondieron el cuestionario. Fernanda fue una de ellas. Fue su forma de participar y exponer su opinión frente al proceso histórico que vive el país.

La encuesta arrojó que el 94% piensa que la opinión de su grupo etario debe ser considerada para el futuro del país. Y entre los adolescentes de 14 a 17 años (el grupo al que pertenece Fernanda), el 96,5% declaró que le gustaría poder votar. También, el 61% señaló que lo más importante es que su opinión sea tomada en cuenta.

Otros resultados: el 36,2% propuso que los adolescentes puedan votar de igual forma que los adultos; el 16,8% que se les permita exponer en el Congreso sus argumentos a favor del voto juvenil; y el 16,2% que se invite a los representantes estudiantiles para que aporten en políticas enfocadas en educación.

A pesar de esos esfuerzos para incluir de alguna forma a los NNA, la vocera de la ACES Chile acusa que desde el inicio del proceso constituyente, han sido aislados: “Para nosotros, como estudiantes secundarios, menores de 18 años, que no podamos votar era algo que nos esperábamos. Por ende, nuestra forma de accionar respecto al proceso constituyente siempre va a ser desde la calle, la movilización, porque ha sido la única forma que hemos tenido, nuestra única garantía”.

También, ven el proceso constituyente con una mirada crítica. Rolland señala que “no creemos que se logre la transformación social que necesitamos y por la que venimos luchando hace años, sin embargo, sí se ve como un espacio donde se puede poner sobre la mesa el debate de cuáles son nuestras necesidades y exigencias”. 

Por esto, y debido a que posicionan su política desde fuera de la institucionalidad, agrega que como ACES Chile tienen como objetivo “articularnos con más sectores, poder tener organización más amplia con más estudiantes”.

La Defensoría de la Niñez publicó el pasado 11 de junio el Boletín N°1 “Participación de niños, niñas y adolescentes en la Convención Constitucional”, de la campaña “Mi Voz en la Constitución”, la cual pretende que los niños, niñas y adolescentes puedan participar del proceso constituyente que está en curso. 

En el documento se entregan recomendaciones relacionadas con el reglamento de la Convención Constitucional, y fundamentalmente con las áreas de trabajo de los convencionales electos con los derechos de los NNA y sus formas de participación. 

Algunas de las recomendaciones expuestas corresponden a que las solicitudes y peticiones que realicen niños, niñas y adolescentes se envíen a la Convención Constitucional con la Defensoría de la Niñez como intermediario; que se generen metodologías e instancias de participación para grupos específicos (como NNA que vivan en zonas rurales o en el extranjero, que estén bajo protección de Estado, que sean migrantes, refugiados o parte de pueblos originarios, que cuenten con alguna discapacidad, etc.); y que en la instancia de ratificación final de la propuesta de la nueva Constitución, el plebiscito de salida, se incluya la posibilidad del reconocimiento del derecho a sufragio para adolescentes.

Patricia Muñoz comentó en un video subido a las redes sociales de la institución que “en este primer boletín lo que hemos querido plantearle a las y los convencionales constitucionales es que es necesario asegurar el reconocimiento, respeto, promoción, difusión y protección de los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes, que es imprescindible de que les reconozcamos como sujetos de derechos y que, por tanto, en dicha virtud, esta Convención Constitucional les permita participar de manera efectiva e incidente en aquellas instancias de debate y análisis que permitirán construir nuestra nueva regulación a través de la Constitución”.

Otras formas de participación

Hasta ahora, la participación de los NNA dentro del proceso constituyente sigue siendo incierta. Sin embargo, existen distintas actividades para que ellos puedan debatir y entregar su opinión sobre la nueva Constitución y las temáticas que para ellos y ellas son fundamentales.

La Defensoría de la Niñez está realizando una campaña llamada “Mi Voz en la Constitución”, en la que invitan a niños, niñas y adolescentes a enviar “sus pensamientos y sentimientos sobre sus derechos y lo que debe considerar la nueva Constitución” a través de piezas de arte, para así buscar “incidir en el reconocimiento, respeto, promoción, difusión y protección de los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes en la generación de una nueva Constitución Política de la República, considerando su participación efectiva”. 

Por otro lado, desde el 31 de mayo hasta el 16 de julio, se está llevando a cabo el proyecto “Voces Juveniles”, un ciclo de cabildos ciudadanos online entre jóvenes de 15 y 29 años para dialogar sobre una Constitución ecológica. La instancia está patrocinada por la ONG CEUS Chile, la Fundación Friedrich Ebert y North American Association for Environmental Education, y tiene como objetivo que los resultados de estos cabildos sean entregados como insumo para la Convención Constitucional.

Fernanda ve expectante el proceso constituyente y espera que resulten cosas buenas. Observa atenta lo que pase con las pensiones, porque vive con sus abuelos y para ella es una realidad cercana: “Es algo que está mal hace muchísimos años, no puede ser que una persona haya trabajado durante tanto tiempo y su pensión mínima sea de $130 mil, eso debe cambiar”. 

Sigue pensando en la participación de los adolescentes como ella. Cree que debieran ser parte activa del proceso porque “nosotros [los secundarios] partimos con esto y estuvimos día tras día, también lo vivimos y salimos a la calle, y los que no podían, participaban desde sus casas o sus colegios, nosotros también lo vivimos en carne propia”. Por esto, piensa que debieran organizarse y que sean los dirigentes secundarios quienes, luego de que se escuche la voz de todos y todas las jóvenes, lleven sus propuestas hacia la Convención para ser reconocidos en una nueva Constitución. 

Dice a modo de cierre: “Los adolescentes ya somos partícipes de lo que está sucediendo, ya entendemos, y nos deberían reconocer como ciudadanos”.

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