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Libertad de expresión bajo amenaza en Chile

Por ~ Publicado el 3 mayo 2021

Casi toda Latinoamérica se encuentra en la zona roja de la libertad de expresión, según el ranking 2021 de Reporteros Sin Fronteras. Y en particular, Chile ha perdido tres puestos en apenas un año. Eso se explica con lo que aparece en el último informe anual de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH, donde se da cuenta de “ataques, intimidaciones y amenazas a periodistas y medios de comunicación, restricciones a la protesta social, decisiones judiciales y prácticas estatales que avalan la censura, y la utilización de mecanismos penales contra expresiones críticas”. Allí se menciona que la crisis sanitaria ha sido un “acelerador de censura” y ha “creado serias dificultades para acceder a información” por parte de los gobiernos. Esta es la preocupante situación de la libertad de prensa en el país.


El 3 de marzo del 2020 se confirmó el primer caso de Covid-19 en Chile. La pandemia llegó, pero el periodismo no se fue en cuarentena, aunque sí debió enfrentar cambios como la instauración de salas de redacción virtuales, agregar en el kit del reporteo diario la mascarilla y jabón gel, además de aprender a mantener la distancia en los puntos de prensa para protegerse del coronavirus.

Pero en la región de La Araucanía, algo falló el viernes 20 de marzo. La entonces seremi de Salud, Katia Guzmán, lideró un punto de prensa en el regimiento Tucapel de Temuco en el que participaron autoridades regionales y trabajadores de la comunicación. Según un reportaje publicado por Interferencia, eran “alrededor de 20 personas”. 

La rueda de prensa culminó sin mayores inconvenientes, como cualquier otra. Pero esa misma noche se encendieron las alarmas, cuando el periodista Roberto Neira comentó en Interferencia que tras recibir el comunicado de prensa de la seremi y sus audios, se dio cuenta que en aquella cita no se informó sobre un caso de Covid-19 positivo de un funcionario de dicha institución, quien se había reunido con la seremi Guzmán y participó en actos públicos.

El 22 de marzo se confirmó que la seremi de Salud de La Araucanía fue diagnosticada de Covid-19, y debido a los contactos estrechos, gran parte del gobierno regional (nueve seremis y dos directores) y ocho periodistas -cinco que cubrían la actividad para distintos medios y tres que pertenecían a servicios públicos- debieron paralizar sus funciones laborales y realizar cuarentenas. 

La reacción del Colegio de Periodistas de la Araucanía y de otras entidades fue realizar acciones judiciales contra la seremi Guzmán. En tanto, el Ministerio Público inició una investigación por eventuales delitos contra la salud pública, bajo el artículo 318 del Código Penal. Y el Ministerio de Salud, por su parte, suspendió de sus funciones a la autoridad regional para realizar un sumario interno, del cual fue sobreseída el 2 de julio del año pasado, aunque poco después presentó su renuncia.

Este suceso es uno de los tantos casos que consigna sobre Chile el último Informe Anual de la Relatoría Especial para Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (RELE), publicado a comienzos de abril. Es, entre todos los otros que recoge el reporte, quizás el que podría parecer más anecdótico. En las 19 páginas que el organismo dedica al país, el organismo da cuenta de distintos “ataques, intimidaciones y amenazas a periodistas y medios de comunicación, restricciones a la protesta social, decisiones judiciales y prácticas estatales que avalan la censura, y la utilización de mecanismos penales contra expresiones críticas”, todas ocurridas durante 2020.

En el marco del Día Mundial de la Libertad de Prensa, Puroperiodismo revisó los diferentes casos que tuvo a la vista la RELE y las observaciones que realizó al Estado chileno, bajo un contexto de crisis sanitaria y obstaculización del ejercicio del periodismo que ha afectado a gran parte de la región.

Ver informe completo:

 

Chile cae en el ranking

Según la clasificación mundial de la Libertad de Prensa 2021 realizada por Reporteros Sin Fronteras (RSF), toda Latinoamérica se encuentra en una zona roja: “La crisis del coronavirus ha actuado como un acelerador de la censura en América Latina y ha creado serias dificultades para acceder a información sobre la gestión de la epidemia por parte de los gobiernos de la región”.

En ese ranking, Chile está actualmente en el puesto 54, es decir, bajó tres posiciones el último año. ¿Por qué? En su análisis, RSF señala como principal argumento que en el país -al igual que en Haití, que está 33 puestos más abajo- “cubrir las manifestaciones se ha convertido en una actividad extremadamente peligrosa”, aunque en general sigue entre los mejor posicionados de la región: sólo lo superan Costa Rica, que está 5º; Uruguay, en el lugar 18º; y República Dominicana, 50º. 

En eso no tienen nada que ver -al menos hasta ahora- los graves casos que se han revelado sobre espionaje realizado por el Ejército contra periodistas que investigaban casos de corrupción en sus filas o temas vinculados a las violaciones de derechos humanos en dictadura. Tampoco las polémicas cartas emitidas por las distintas ramas de las Fuerzas Armadas -y avaladas por el ministro de Defensa, Baldo Prokurica- para criticar un programa humorístico e indicar cómo debe ejercerse la libertad de expresión. Ni los llamados telefónicos realizados desde La Moneda para intentar incidir en la línea editorial de un canal de televisión.

No, pues todo lo anterior pasó este año, en 2021, y lo que se mide en el ranking se refiere a lo ocurrido durante 2020. Entonces, si bien nada de eso alcanzó a estar cubierto, la baja sí tiene estrecha relación con lo que señala la RELE en su informe anual, donde se da cuenta de distintas dificultades que han tenido periodistas y comunicadores/as en el país para ejercer su labor informativa en un contexto que entremezcla la protesta social que se arrastra desde octubre de 2019, la pandemia, procesos de profunda transformación política como el plebiscito de octubre, la represión policial y otros actos de censura por parte de organismos tanto públicos como privados.  

Aunque el año pasado las manifestaciones ciudadanas se vieron restringidas debido a las medidas sanitarias, decenas de periodistas, camarógrafos/as y fotógrafos/as sufrieron agresiones o incluso detenciones arbitrarias mientras realizaban su tarea de informar a la población (ver artículo en Puroperiodismo). 

El reporte de la RELE recoge varios de esos casos. Entre ellos, el de un fotógrafo del Diario Atacama y un periodista independiente que fueron agredidos y detenidos mientras cubrían la protesta en un liceo de Copiapó en contra de la PSU. También mencionan el caso del camarógrafo de la agencia francesa AFP, Jaime Esquivel, quien fue golpeado y rociado con gas pimienta por un grupo de ocho personas tras de negarse a dejar de grabar lo que ocurría en una manifestación; o el de Marcelo Hernández, por entonces reportero gráfico de la Agencia ATON, que en marzo de 2020 recibió el impacto en su rostro de una bomba lacrimógena, provocándole una herida ocular.

Situaciones como las descritas se repitieron en diversas oportunidades durante 2020, y son varios los casos que se consignan en el informe internacional, aunque si se pudiera identificar las fechas -o coberturas- más conflictivas, éstas podrían ser dos: el 1 de mayo y el día del plebiscito.  

 

1 de mayo: una jornada de detenciones a periodistas

El Día Internacional de los Trabajadores tuvo como antecedente la irrupción de la crisis sanitaria y la recientemente promulgada Ley de Protección al Empleo, además de un aumento explosivo de la cesantía en el país. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), durante el trimestre de marzo a mayo de 2020 la tasa de desocupación alcanzó un 11,2%, “siendo la más alta en toda la serie desde 2010”.

El Presidente Sebastián Piñera en su discurso de esa jornada en La Moneda aclaró: “La situación se ha ido agravando, por lo tanto es muy posible -casi seguro-, que las cifras de desempleo verdaderas que tenemos hoy día sea mucho mayor y que esté creciendo”. Y así fue, el año pasado en la primera ola de la pandemia casi tres millones de personas perdieron sus empleos.

En tanto, mientras el Ejecutivo realizaba su discurso, en Plaza Italia -rebautizada popularmente como Plaza Dignidad- se congregaban cientos de manifestantes y, por supuesto, equipos periodísticos que cubrían lo que pasaba. 

El informe de la RELE constató que “funcionarios de Carabineros detuvieron a trabajadores de la prensa que cubrían en vivo una manifestación programada por el Día del Trabajador, e intentaron obstaculizar la protesta con carros lanzaaguas”. Al menos 57 personas fueron detenidas en aquella jornada, dentro de este total figuran dirigentes sindicales.

Además, la Asociación de Corresponsales de la Prensa Internacional (ACPI) informó que fueron 15 los profesionales “subidos a un carro celular de la policía y llevados hasta la novena comisaría de Providencia”. Dice el informe: 

“Entre los periodistas detenidos había representantes de medios internacionales, como los camarógrafos Jaime Esquivel de la agencia Agence France Presse, Luis Hidalgo de la Associated Press, e Iván Alvarado de Reuters; y también de medios locales, como el periodista Rodrigo Pérez y la productora Alejandra Pacheco de TVN (televisión pública chilena), y los periodistas Francisca Sandoval Astudillo, Gabriel Cardozo Silva, Gerardo Cortes y Gonzalo Barrido de Señal Tres La Victoria, entre otros. Algunos de ellos, incluso, pudieron registrar con sus celulares el momento en que eran detenidos y subidos al carro policial”.

El general Enrique Bassaletti, jefe de la Zona Metropolitana de Carabineros, ante el desempeño policial durante la jornada del 1 de mayo respondió: “No estaban todos con sus credenciales y estaban con teléfonos celulares y, por lo tanto, lo que corresponde en ese caso es cerciorarse efectivamente su calidad de periodistas”.  

Por su parte, el subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, agregó en Radio Cooperativa que “si la prensa no cumple con las normas de orden público, se procede”. La respuesta de los y las periodistas ante las autoridades que destacó la oficina especializada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) fue que estos sí contaban con sus credenciales y salvoconductos para realizar su trabajo, además de respetar las condiciones sanitarias. 

 

Obstáculos en la cobertura del plebiscito

Apruebo. Rechazo. Dos opciones que causaron revuelo en Chile. En plena pandemia, la población debió escoger cambiar o mantener la Constitución redactada en 1980.

Las urnas se abrieron a las 8:00 y dentro del horario de votación se estableció uno especial para proteger a los grupos de riesgo debido al contexto sanitario. A medida que transcurría el histórico 25 de octubre, la participación iba aumentando mientras transcurría el día. Ya a las ocho de la tarde terminó el horario para ir a votar.

Durante el conteo de votos, sonaron las bocinas y las cacerolas, hasta que los resultados fueron públicos. Un 78,27% de la población escogió cambiar la constitución, mientras que un 78,99% escogió la Convención Constitucional como órgano redactor de una nueva carta magna. 

En el epicentro de las protestas del estallido social, en las plazas, en las calles y en todos los rincones del país se realizaron celebraciones tras el resultado del plebiscito. Pero, detrás de esa alegría, la cobertura periodística debió enfrentar diversas complejidades para informar a la población.

Según se lee en su informe anual, la RELE “recibió información sobre amenazas y amedrentamientos a periodistas y medios días previos al Plebiscito Nacional”. Entre esos casos destacó el de la periodista, corresponsal extranjera y académica, Carolina Trejo.

Una noticia publicada por El Periodista informó que la Comisión Chilena de Derechos Humanos, el Colegio de Periodistas de Chile y el Colegio Médico de Chile interpusieron querellas criminales en contra de quienes resulten responsables del delito de amenazas “a la integridad física y psíquica” y recurrieron al 3° y 4° Juzgado de Garantía, con el fin de que se realizará una investigación a la participación del grupo de ultraderecha “Patria y Libertad”, quienes difundieron panfletos con un símbolo de “araña” acompañado con los datos personales y fotografías de Trejo. Lo mismo habrían hecho con la doctora Carla Pellegrin y el doctor Roberto Bermúdez Pellegrin el 16 de octubre de 2020.

Además, El Periodista publicó que tanto a la periodista como a los profesionales de la salud se les “imputan delitos, y se les critica abiertamente por posturas y actividades políticas realizadas (…) Las acciones legales (fueron) declaradas admisibles”.

La RELE consignó en su informe: “Los ataques y agresiones cometidos contra periodistas vulneran el derecho a la libertad de expresión tanto en su dimensión individual como colectiva y no pueden ser tolerados en una sociedad democrática”.

Nueve días después de este suceso, la Relatoría Especial obtuvo información sobre los diversos obstáculos que enfrentó la prensa durante la cobertura del 25 de octubre. Entre otros, el informe destaca el “impedimento para acreditarse como prensa por parte de periodistas independientes, la ausencia de listados con los medios autorizados para ingresar a puestos de votación, prohibición y expulsión de periodistas de puestos de votación y durante el conteo de votos, e incluso la detención de algunos trabajadores de prensa”. Como por ejemplo, el caso de un periodista en la región de Aysén, cuyo celular fue retenido.

Pero los ataques y agresiones consignados no pararon ahí. El 12 de noviembre en Antofagasta, un integrante del medio Kiwicha Comunicaciones “habría sido detenido de manera violenta, tirado al suelo y esposado mientras un funcionario [de Carabineros] lo habría inmovilizado con una rodilla sobre su cabeza. El comunicador había grabado la detención de un grupo de rescatistas en medio de las manifestaciones de ese día. En la comisaría, el comunicador habría sido amedrentado para borrar su material. Luego de que el material no estuviera disponible para ser difundido, Carabineros dejó libre al comunicador”. 

A la semana, la policía roció con gas pimienta a un reportero gráfico del medio Libre Edición. Por esos mismos días, la periodista Alison Vivanco denunciaba un ataque con químicos desde un carro policial mientras cubría una protesta contra el Presidente Piñera y fines de ese mismo mes un fotoperiodista terminó con contusiones y su equipo destrozado luego de que Carabineros le disparara el chorro de un carro lanzaaguas directo al cuerpo a menos de 20 metros de distancia.  

 

Pandemia, información pública y crisis del periodismo 

“La Relatoría Especial ha registrado con preocupación los diferentes efectos que la contingencia generada por el nuevo virus COVID-19 ha tenido en la libertad de expresión en Chile”, señala el informe. 

Uno de los efectos que ha traído la pandemia, agregó la oficina de la CIDH, “(son los) obstáculos al momento de cubrir temas generales o de la pandemia específicamente”. Lo anterior se produce, debido a las “restricciones de movilización” aplicadas por las autoridades, y en diversos sucesos los periodistas han sido “detenidos por presuntamente violar esta disposición a pesar de ser eximidos de esta”, así como también han debido denunciar hostigamiento y procedimientos de control desproporcionados para la circulación de periodistas en el contexto de la pandemia”.

Entre las observaciones que la RELE realizó respecto a Chile, destaca el “impacto” de la crisis sanitaria, que ha acrecentado la “vulnerabilidad” de los y las trabajadores de la comunicación, acompañado de “despidos masivos” por “motivos económicos” en medios estatales y privados, además el “cierre” de ediciones impresas. En esa línea, el reporte menciona más de 164 despidos en TVN ocurridos desde diciembre de 2020 a marzo de este año, al menos 61 contratos suspendidos en Publimetro, y otros tantos despidos en El Mercurio, Mega y La Red; el cierre de las ediciones impresas de La Cuarta y La Tercera durante los días de semana -lo que implicó a fines de enero el despido de cerca de 200 personas de Copesa-; y el cierre definitivo de La Discusión de Chillán y El Centro, de Talca. 

Otro aspecto destacado en el anuario de la RELE y que estaría relacionado con el contexto sanitario, es que “los periodistas también han manifestado mayor dificultad para acceder a información pública respecto de la pandemia, así como para hacer preguntas en ruedas de prensa”. 

Además, entre las complejidades que recopiló la RELE, “está la imposibilidad de contrapreguntar, el cambio de horarios para entregar la información, así como la poca gestión comunicacional”. La oficina destacó el informe emitido el 20 de octubre del 2020 por el Consejo para la Transparencia (CPTL)- entidad autónoma del Estado encargada de garantizar, fiscalizar y promover el contenido del derecho de acceso a la información pública y la transparencia en la función pública-, en el cual informó que aún persistían a esa fecha “deficiencias” en la información entregada en el sitio oficial del gobierno para la entrega de la información sobre la pandemia, las que ya “habían sido notificadas al gobierno”.

En dicho informe, el CPTL  agregó: “No se ofrece información sobre el número total de casos negativos, las fuentes de exposición a nuevos casos confirmados, tipo y cantidad de insumos médicos y hospitalarios utilizados; cantidad de test que se encuentran disponibles o cantidad del personal médico y de salud que se encuentra trabajando”.  Por último, el informe constató que el sitio oficial “no desagrega información sobre fallecidos por género, ni tampoco sobre hospitalización por sector (público/privado), comuna y género”.

También en materia de transparencia, se consigna la demora excesiva o negativa que han tenido ciertos organismos públicos para dar respuesta a las solicitudes de acceso a información pública, pasando en muchos casos por encima de lo establecido en la ley. Tal como publicó CIPER en marzo de este año, el Ministerio de Salud era el que más incumplimientos registraba a marzo de este año -, seguido por las carteras de Interior, Relaciones Exteriores y Economía.       

Por otro lado, la RELE también destaca casos de censura ocurridos en el país, como la querella que interpuso Carabineros en contra del colectivo LasTesis, la que contó con el apoyo del gobierno del Presidente Sebastián Piñera; el fallo de la Corte Suprema contra Radio Bío Bío que la obligó a retirar de sus plataformas la grabación de una conversación entre una jueza y un operador político al considerar que se había publicado de manera ilegal; los focos de luz que intentaron borrar una proyección artística de Delight Lab a un costado del edificio de Telefónica; y la eliminación por parte de la policía de la obra de Francisco Tapia que mostraba la figura de un carabinero colgando del balcón a punto de dispararse un tiro en la boca.  

La situación actual

Durante los últimos meses, el debate sobre la situación de la libertad de expresión en Chile se ha vuelto parte central de la agenda. Por una parte, producto del “telefonazo” que realizó la asesora presidencial Magdalena Díaz al dueño del canal de televisión La Red en Miami para criticar la línea editorial que han tomado sus programas bajo la dirección del periodista Víctor Gutiérrez, en especial luego de la transmisión de una polémica entrevista realizada en prisión al ex frentista y asesino de Jaime Guzmán, Mauricio Hernández Norambuena, alias Comandante Ramiro. Aunque la acción fue rechazada por los ejecutivos del canal y fue llevado hasta la CIDH, el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) le formuló cargos a la estación por supuestamente infringir el principio de imparcialidad.

El mismo canal fue objeto de críticas abiertas por parte de las tres ramas de las Fuerzas Armadas, las que emitieron declaraciones públicas -respaldadas por el ministro de Defensa- denunciando un programa humorístico en el que satirizaban a un general del Ejército. En sus misivas, se criticaban supuestas injurias contra la entidad castrense y se señalaba cómo debía ejercerse el derecho de libertad de expresión, lo que ha sido fuertemente criticado por distintas organizaciones, como el Colegio de Periodistas, por, entre otras cosas, haber pasado por el alto el mandato constitucional de no deliberación que pesa sobre las instituciones armadas y no haber hecho ninguna declaración cuando sólo un par de semanas antes se había conocido la operación de espionaje que el mismo Ejército habría emprendido en contra de al menos seis periodistas que investigaban casos de corrupción en su interior y delitos de lesa humanidad.  

Entre los periodistas que habrían sido objetos de espionaje se encuentran Mauricio Weibel, Juan Cristóbal Peña, Javier Rebolledo, Pascale Bonnefoy, Danae Fuster y Santiago Pavlovic. Todos esos casos han generado acciones judiciales, políticas y gremiales, que incluyen, entre otros, la solicitud por parte del Colegio de Periodistas de seguimiento por parte de la RELE y una carta suscrita por distintas escuelas de Periodismo del país que este lunes 3 de mayo, en el marco del Día Mundial de la Libertad de  Prensa,  será entregada al Presidente Piñera para exigir medidas que tiendan a reducir el intervencionismo, la censura y propender a un ambiente propicio para el buen ejercicio de la labor de los y las periodistas.    

A fines de abril, El Periodista informó que la Corte de Apelaciones de Santiago “acogió de manera parcial el recurso de protección ingresado por el senador Alejandro Navarro (PRO) en favor del canal La Red (…) desestimando la denuncia contra el mandataria y estableciendo un plazo de cinco días para que (Magdalena Díaz) remita a la Corte Suprema la información referida a los hechos denunciados”. 

El sábado 1 de mayo, el mismo senador Navarro informó que en la próxima sesión de la Comisión de Derechos Humanos del Senado tratará como central la situación respecto al derecho a la información y la libertad de prensa en el país. A las 15.30 de la tarde se sesionará y participarán el ministro de Defensa, Baldo Prokurica; Mónica González, periodista y Premio Nacional de Periodismo; y los periodistas Javier Rebolledo y Mauricio Weibel, quienes fueron espiados vía telefónica por el Ejército.

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