Opinión

Comunicar el patrimonio: más allá de las conmemoraciones y las listas de lugares para visitar

Por ~ Publicado el 10 julio 2017

El patrimonio —material e inmaterial— parece ser noticia sólo cuándo está en peligro de extinción. “Si sólo nos quedamos con esta mirada de nuestra herencia cultural, difícilmente el público podrá sensibilizarse, interiorizarse con él y respetarlo”, escribe Mariana Torres.

Participantes del diplomado internacional “Medios para comunicar el Patrimonio.

Participantes del diplomado internacional “Medios para comunicar el Patrimonio.

Entre el 29 de mayo y el 16 de junio, en La Habana, Cuba, se realizó la séptima versión del diplomado internacional “Medios para comunicar el Patrimonio”, organizado por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, con la colaboración de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la Unesco.

En esta oportunidad, más de treinta profesionales de la Comunicación —periodistas en su mayoría— de toda Latinoamérica (Cuba, Panamá, Colombia, Perú, Argentina y Chile) pudimos conocer y compartir diversas experiencias en rescate y difusión del Patrimonio material e inmaterial, como también recorrer y vivir la experiencia de conocer todo el trabajo de conservación de La Habana Vieja y sus alrededores, ejecutado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, responsable de la restauración integral del Centro Histórico y dirigida por Eusebio Leal, toda una eminencia en la preservación del legado histórico cubano.

No es casual que esta instancia se efectúe en la ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad en 1982 por la Unesco, centro de un eclecticismo arquitectónico que reúne las herencias multiculturales de españoles, británicos, franceses, norteamericanos, entre otras tantas culturas que navegaron hasta esta isla a asentarse o buscar riquezas, dejando una diversidad de colores, tradiciones, religiones y arte, más allá de los muros construidos por los conquistadores en el siglo XVI. La Habana parece ser un álbum de fotografías que nos remonta a épocas pasadas, donde el son cubano se mezcla con las estatuas de José Martí, las frases de Fidel y el Che en distintos formatos y con el calor pegajoso que distingue al caribe.

ALGUNOS EJEMPLOS

La experiencia de la Oficina del Historiador es un notable ejemplo de hacer posible lo imposible: lograr, con pocos recursos, poner en valor el Patrimonio de toda una ciudad, generando una alianza estratégica para su financiamiento y mantenimiento, compuesta por una compañía turística (Habaguanex) y toda una red de medios asociados: Habana Radio, la revista Opus Habana, ediciones Boloña, el sello discográfico La Ceiba y una productora audiovisual.

Éstos tienen por objetivo difundir el Patrimonio y centra sus pautas en el rescate de las tradiciones y la herencia cultural cubana, educando y formando un público en contacto con una oferta de medios sensibilizados con el tema.

El diplomado abordó las políticas culturales y la regulación para la protección del Patrimonio, metodologías de la investigación, diseño e imagen de experiencias para comunicar el Patrimonio, programas e iniciativas de la Unesco por la salvaguardia, una guía para la cobertura periodística del Patrimonio, como también diferentes medios formales y no formales para comunicar el Patrimonio.

Todo este conocimiento académico se sumó a la diversidad de experiencias y prácticas del tema ejecutándose en Latinoamérica, riqueza que pudimos conocer de los trabajos y proyectos realizados por los y las colegas compañeros/as.

Nos enteramos de primera fuente cómo el colectivo Todomono —que nació de dos periodistas de Barranquilla, Colombia— creó un festival autogestionado que nace del descontento por la demolición del icónico edificio Palma, y que tiene por objetivo conectar a la ciudad y sus habitantes con el Patrimonio, desarrollando por un mes distintas actividades donde la arquitectura, la música, el diseño y la gastronomía protagonizan la parrilla programática. Aprendimos de la recuperación del centro histórico del distrito del Rímac en Lima, Perú, y su apuesta por la comunicación de la puesta en valor. Supimos de todo el trabajo del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba (Cispren), Argentina, por salvaguardar el archivo del desaparecido diario El Córdoba, a través de su centro de documentación “Juan Carlos Garat”.  Conocimos el peligro de extinción en que se encuentra la lengua Tinigua en Colombia y cómo, a través de un proyecto educativo, se busca enseñar a niños y niñas dicha lengua y así evitar su desaparición. También, pudimos ver la estrategia del archivo documental de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá que se mantiene vivo, entre otras cosas, por un programa radial. Compañeros y compañeras cubanas nos presentaron sus proyectos de rescate y preservación de los documentos, imágenes o archivos sonoros que se guardan en sus puestos de trabajo, como el caso del diario Juventud Rebelde, radio Reloj, radio Progreso o la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), entre otras tantas y diversas iniciativas que fomentan la comunicación del Patrimonio.

De Chile, los compañeros y compañeras pudieron conocer la iniciativa de los vecinos del sector de Yungay en Santiago por defender su Patrimonio ante la destrucción de su barrio y un proyecto que busca rescatar la Memoria colectiva de una escuela centenaria en Paillaco, en la región de Los Ríos. Ambas experiencias fueron compartidas gracias a la beca otorgada por el Círculo de Periodistas de Santiago, quien con su apoyo hizo posible nuestra participación.

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Mariana Torres durante su presentación.

TAREAS POR DELANTE

Varias son las tareas que quedan por avanzar para una óptima comunicación del Patrimonio y muchas son las reflexiones que nos quedan a quienes vivimos esta experiencia, pero personalmente destaco las siguientes, por tener pertinencia y mayor cercanía a la realidad chilena:

Dar mayor cobertura en los medios de comunicación sobre el Patrimonio. Que no sólo sean noticia las demoliciones o incendios de casa patrimoniales o que la pauta del Día del Patrimonio no sólo sea una guía de “los lugares que debes visitar…”. Si sólo nos quedamos con esta mirada de nuestra herencia cultural, difícilmente el público podrá sensibilizarse, interiorizarse con él y respetarlo. Si no cuenta con un contexto amplio, que le explique la importancia que éste tiene, porque al no conocer nuestras raíces y tradiciones será difícil comprender el presente y el futuro de nuestra propia cultura. Esta necesidad también conlleva ampliar nuevas perspectivas y fuentes: sumar a los actores y movimientos ciudadanos que surgen en defensa de la fuerte destrucción de barrios completos, del desplazamiento de comunidades hacia tierras que les son ajenas u otras tristes realidades con las que convivimos en nuestro país y que menoscaban el Patrimonio material e inmaterial.

Generar y potenciar otros espacios de difusión del Patrimonio, fuera de los medios tradicionales. La sabida alta concentración de medios escritos que nos rodea y la poca pluralidad de los medios chilenos disminuye los espacios donde el Patrimonio pueda ofrecerse al público, más aún si sus dueños tienen intereses en inmobiliarias, represas o hidroeléctricas, empresas privadas que muchas veces vemos que amenazan el Patrimonio, por ejemplo. Es urgente crear nuevas estrategias comunicacionales, donde los periodistas tenemos mucho por hacer, como sumarnos a proyectos comunitarios o educativos, apoyar su difusión y/o gestión, crear nuevos medios (gracias Internet por tanto) u otros canales innovadores.

Defender y proteger nuestras tradiciones o inmuebles patrimoniales no sólo pasa por la ciudadanía u otros actores que puedan ayudar a sustentar esta defensa. La necesidad de una voluntad política para fomentar la difusión de aquello que heredamos de nuestra cultura se hace urgente para evitar que mañana perdamos una lengua, un juego tradicional, la riqueza de un territorio, una construcción centenaria, saberes ancestrales, una fiesta tradicional y quién sabe qué más tesoros que nos pertenecen y no conocemos, precisamente porque falta comunicar ese Patrimonio, porque lo que no conocemos o no reconocemos nunca nos sensibilizará ni inspirará acciones en su defensa.

Las y los periodistas podemos aportar a que el Patrimonio (en todas sus variables) sea difundido y conocido por toda la sociedad desde distintos frentes. Desde lo institucional, desde las industrias mediáticas, desde lo comunitario o de forma independiente. Los diarios, canales de televisión o radios nos quedarán chicos para contar todo el material que puede contener el Patrimonio: la historia, las artes, las personas que cargan con él, son sólo algunas aristas que pueden ayudar a construir una noticia o un producto comunicacional. Si indagamos más allá de ellos, podremos seguir construyendo de manera exponencial una comunicación para el Patrimonio.

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