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Diez frases de Víctor Herrero, autor de la biografía desclasificada de Agustín Edwards

Por ~ Publicado el 13 abril 2015

En charla con estudiantes de la Escuela de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado, el periodista se refirió a los orígenes de su investigación, los obstáculos que tuvo en su camino y si ha debido pagar algún costo al escribir sobre uno de los hombres más poderosos de Chile. “La recepción por parte de la prensa fue mejor a lo que yo esperaba”, dijo.

"La familia Edwards no me tomó en serio", dice Víctor Herrero. Foto: Patricio Contreras.

“La familia Edwards no me tomó en serio”, dice Víctor Herrero. Foto: Patricio Contreras.

“La decisión de escribir esta biografía partió de la curiosidad: yo quería leer la biografía. Un día estaba en el Valle del Elqui y dije ‘quiero leer una buena biografía de un personaje importante chileno. Y quiero leer la biografía de Agustín Edwards’. Empiezo a buscar —ingenuo yo— y no había absolutamente nada. Nada. Un par de artículos, unos reportajes, pero nada. Me dije ‘soy periodista, me gusta la investigación, si lo quiero leer lo tendré que hacer’. Y así es como partió este cuento”.

“Tuve dos grandes ventajas a la hora de hacer el libro. Si uno mira donde yo he trabajado suena a alguien muy mainstream, también ligeramente tirado a la derecha; no es el caso. No tengo problema en decirlo: soy una persona de izquierda. Pero eso me ayudó a abrirme fuentes porque no se asustaban conmigo. ‘Ah, un tipo de la [Universidad] Católica, trabajó en El Mercurio‘. Eso me facilitó las cosas”.

“Lo otro que me facilitó las cosas es que la familia Edwards no me tomó en serio. Tempranamente los contacté diciéndoles que estaba haciendo esta investigación. Y me imagino que probablemente dijeron ‘y bueno, ¿quién es este Víctor Herrero?’. Fue una ventaja que no me tomaran en serio porque así la familia no pudo activar los mecanismos para protegerse de esta investigación”.

“Las entrevistas fueron todas al final porque siento que uno no puede entrevistar a una persona si no tiene suficiente conocimiento; si no, haces las preguntas equivocadas. No son entrevistas de preguntas y respuestas, son más bien conversaciones donde uno tiene que dejar que el entrevistado hable y converse. Entrevisté más de setenta personas, algunas sobre 90 años. No llevaba grabadoras, suelen asustar a los entrevistados. Lo que sí hice después es que a cada uno de los entrevistados les envié su parte con el contexto. Creo que lo hice con todos, faltaron dos o tres que no me respondieron. Y todos estaban ok con eso, por lo tanto cuando ya salió el libro yo estaba muy tranquilo”.

“Agustín Edwards tiene 87 años pero me di cuenta de que él es un heredero. Él no crea nada. Él no crea El Mercurio, no crea el Banco Edwards, no crea la CCU. Él hereda todas esas influencias de su padre, de su abuelo, de su bisabuelo. Por lo tanto, para mí era súper importante contar la historia para atrás: no se puede entender a este personaje sin entender su propia familia. Haciendo eso me di cuenta de que los Edwards eran muchísimo más poderosos e influyentes de lo que yo jamás había pensado. Yo levantaba una piedra y me aparecía un Agustín Edwards”.

“A ratos me daba pena. Este es el quinto Agustín Edwards. El primero nació en 1815 y fue el que forjó la fortuna. Por lo tanto estamos hablando de familias muy parecidas al estilo estilo de principados, reinados, donde el hijo mayor, una vez que muere el papá, asume el imperio. No hay mucha discusión en torno a eso. El que era un ‘Agustín Edwards’ fue creado desde guagua para en algún momento asumir el imperio. El tipo estaba obligado a hacerlo. En las muy pocas entrevistas que ha dado siempre desliza así como que esto fue un peso, que si hubiese sido por él no lo hubiera hecho. En los hechos asumió el imperio y en los hechos fue, probablemente, de los cinco Agustines Edwards, el más involucrado en política y el más malvado también, sobretodo su apoyo incondicional a la dictadura”.

“No pude viajar a Estados Unidos. Los buenos periodistas también tenemos que estar en terreno. Por ejemplo, viajé al sur. Hoy no se sabe mucho pero Agustín Edwards es uno de los mayores terratenientes en Chile. Ahí me entrevisté con jardineros, jornaleros, hay que estar en terreno, hay que oler, hay que ver los campos de este señor. Para mí era más importante Estados Unidos, desde visitar sus casas, su departamento en Nueva York y sobretodo encontrar gente que lo haya conocido en otras épocas. No lo pude hacer porque este libro fue completamente autofinanciado”.

“La recepción por parte de la prensa fue mejor a lo que yo esperaba. Obviamente yo no esperaba ninguna reseña en El Mercurio, ni buena ni mala. Con La Tercera no sabía, hay un duopolio, compiten, pero muchas veces se ponen de acuerdo, no se pegan muy duro. Ni La Tercera ni Qué Pasa ni El Mercurio ni TVN ni ninguno de los grandes medios dijo nada acerca de este libro. Y aplicó —yo creo que a raíz del trauma del documental El diario de Agustín— simplemente una política de silencio. Afortunadamente el paisaje medial en Chile está harto más pluralista que hace diez, quince o veinte años. Fui entrevistado en muchas radios, en medios alternativos, en El Mostrador, en el Clinic, en Radio Villa Francia, en Cooperativa. Y eso sirvió pese al silencio oficial de estos medios mainstream“.

“Hasta el final tenía mis dudas [de que el libro saliera publicado]. Y, de hecho, muy muy al final la familia Edwards y personajes importantes del Mercurio, como Cristián Zegers, intentaron presionar a la editorial… no derechamente [para] bajar el libro pero dieron a entender ‘por qué no se esperan’. Ese ‘por qué no se esperan’ los editores y yo lo entendimos algo así como ‘espérense hasta que el viejo se muera y no vamos a tener problemas’. Ahí la editorial me respaldó y fue muy clara y muy precisa”.

“Está claro que después de este libro El Mercurio no está en mi horizonte laboral, aunque quisiera (risas). Ahora, eso no me produce ningún problema porque en lo personal yo abdiqué de los medios mainstream chilenos hace ya más de una década”.

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