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Ética periodística y política

Por ~ Publicado el 7 julio 2009

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Luego del escándalo de proporciones del Washington Post y sus fuentes, bien vale revisar los códigos de ética periodística, esta vez, con preguntas hechas a la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. Las preguntas están relacionadas con aceptar invitaciones a fiestas y establecer relaciones de amistad con las fuentes. Queda claro que los conflictos de intereses más grandes se dan con los sectores político y empresarial.

Consulta 128

¿Hay algún problema ético en asistir a las fiestas que organizan las fuentes informativas para celebrarnos el día del periodista?

Respuesta

La mayoría de los códigos de ética dan la respuesta cuando rechazan las dádivas, los honorarios que no procedan de la empresa de comunicación en la que se trabaja, los honores otorgados por entidades o personas que eventualmente podrían ser fuente de información, las ventajas privadas para el periodista, las invitaciones, viajes y obsequios.

Todos estos códigos trazan un perfil austero del periodista y lo colocan por encima de la preocupación por el lucro y la riqueza, porque sólo así pueden ser independientes.

Según sus circunstancias, los periodistas identifican las fuentes de dependencia: en el código de la Comunidad Económica Europea la independencia equivale a la ausencia de toda presión externa para publicar. Los periodistas de Alemania Federal la entienden como la autonomía del medio periodístico frente a los intereses privados y comerciales de sus lectores o anunciadores. Los de Corea son explícitos: no se debe permitir que el periodista quede sometido a personas que ejercen poder. Las fuentes de dependencia más reconocidas son las dádivas, ventajas, privilegios, sobornos etc. Lo expresan los códigos de ética de Bélgica, Grecia, España, Francia y el de la Associated Press. El código de Alemania Federal condena toda clase de ventajas porque 2 comprometen la independencia del periodista.

Referencia Bibliográfica

Cuando Berlusconi quiso ser también político Indro Montenelli no aguantó más y le tiró la puerta en las narices. “Era una obligación moral -declaró- Yo siempre se lo he dicho a mis colegas jóvenes: la corrupción del periodista comienza en la mesa, al primer plato de pasta con el poderoso de turno. ¿Me imaginan a mí a sueldo del Primer Ministro? Y eso que me convenía: algunos de mis columnistas siguieron obedeciéndole y ahora son ministros o senadores.”

Primera lección para muchos periodistas siempre con dos patas: una metida en el poder, y otra en los medios. Y aquí también la corrupción comienza por el mismo sitio: los almuerzos y las comidas con los poderosos. Si un periodista quiere conservar su independencia, no debe comer ni con políticos ni con ricos, quiero decir, con grandes empresarios. Hay que sacarles el cuerpo, porque es muy difícil escribir con imparcialidad sobre alguien que acaba de invitarnos a almorzar (y los almuerzos son solo el comienzo de otras más sutiles y sustanciosas untadas de mano.)

Montanelli tuvo otra muestra clarísima de independencia frente al poder. En Italia existe la figura del senador vitalicio: unos pocos ciudadanos ilustres que el presidente escoge. A Montanelli le ofreció esa distinción, hace algunos años, el presidente Cossiga. La respuesta con que rechazó el cargo es célebre: ” Presidente, yo en mi vida he frecuentado muchos burdeles, pero ninguno tan sucio como el Parlamento.”

Héctor Abad Facciolince

En Requiem por Montanelli. Revista Cambio. N 423. Bogotá.

Consulta 702.

¿Se puede establecer relaciones de amistad con las fuentes sin que se pierda autonomía? ¿Está bien aceptar invitaciones de las fuentes?

Respuesta

Como lo podrá comprobar en la documentación que se publica con esta respuesta, las relaciones fuente-periodista se caracterizan por la distancia profesional. Con esto se quiere decir que nada debe impedir el libre y sincero flujo de información desde la fuente hacia el periodista. Amistades, intereses, temores, interfieren hasta el punto de contaminar la información.

Códigos y manuales previenen al periodista contra cualquiera familiaridad porque ella puede perjudicar el interés y el derecho del lector por una información libre de la influencia de intereses, de inquinas o de afectos de las fuentes y del propio periodista. También desaconsejan esa cercanía con las fuentes, en cuanto es una relación que, conocida por los lectores, disminuye la credibilidad del periodista.

La razón de ser de las fuentes es su cooperación con el periodista para encontrar la verdad de los hechos; si son idóneas e independientes de intereses relacionados con la información, se le está ofreciendo una información de calidad al lector; todo lo que impida o disminuya esa idoneidad e independencia, va en perjuicio del derecho del lector a conocer. Desde este punto de vista se explica por qué la relación de amistad con la fuente es desaconsejable. Obviamente lo que implique una relación nacida o robustecida por la aparición de favores, invitaciones, prebendas, regalos, etc, procedentes de la fuente, condicionan al periodista y lo predisponen a favor de la fuente y en contra de la verdad, que siempre supone independencia.

Referencia Bibliográfica

Lo que le da al periodismo su autenticidad y su vitalidad es la tensión que hay entre la ciega entrega de la persona entrevistada y el escepticismo del periodista. Los periodistas que se tragan por entero la versión de las personas entrevistadas y la publican son, no periodistas, sino publicistas.

[…] He escrito largas obras de reportaje durante un poco más de una década. Casi desde el comienzo me impresionó ese carácter vicioso de la relación que hay entre el periodista y la persona entrevistada, y cada artículo no hizo sino agudizar mi conciencia de la gangrena que anida en el corazón de la rosa del periodismo.

[…] El rasgo dominante y más profundamente arraigado del periodista es su timidez y temor. Mientras el novelista, sin temor alguno, se lanza al agua y se expone al público por entero, el periodista permanece tembloroso en la costa con su traje de baño. No es para él el fatigoso atletismo que constituye la labor diaria del novelista, de exponer sus más profundas aflicciones y vergüenzas ante el mundo. El periodista se limita al limpio y caballeresco trabajo de exponer las aflicciones y vergüenzas de los demás.

Janet Malcom.

El Periodista y el Asesino. Gedisa, Barcelona, 2004. Páginas 210, 228 y 229.

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