Opinión

Reportajes de denuncia en TV: No perdamos la esperanza

Por ~ Publicado el 17 junio 2009

¿Se espera realmente que este tipo de programas sean originales, novedosos y golpeadores? Al parecer, lo último es una exigencia y por eso, en cierta medida, programas como “Contacto”, “Informe Especial” y “En la mira” estarían cumpliendo la tarea de impactarnos e instalar nuevamente estos temas en nuestras conversaciones diarias.

Las nuevas temporadas de los programas de reportajes de nuestra televisión abierta volvieron “con todo”, al menos así se promocionan cada semana al prometernos la revelación de oscuros episodios de nuestra sociedad, aquellos temas que se mantienen ocultos y de pronto aparecen gracias al trabajo de los periodistas. Pero la verdad es que de un tiempo a esta parte los nuevos ciclos de este tipo de programas han sido decepcionantes.

Como espectador, uno se pregunta qué pasa con los grandes temas del periodismo de investigación. Nuestra televisión se muestra tan poco original y la parrilla siempre incluye prostitutas, tráfico de drogas, pedofilia, el desbordado carrete juvenil o violencia intrafamiliar. Año tras año –y sin descanso- nos sentamos frente a la pantalla y vemos otro reportaje sobre prostitución u otra investigación sobre el abuso sexual infantil. Hace un par de años la osadía de “Informe Especial” llegó hasta el límite de tirar al aire el audio de un niño mientras era víctima de una violación, lo que ofendió a algunas madres y padres que escribieron cartas a los diarios, molestos por una crudeza innecesaria; este año, más acorde con los tiempos, el programa de TVN recurrió a curiosos métodos de reporteo para graficar los riesgos del chateo entre adolescentes y hombres mayores de edad: cámaras ocultas, periodista transformada -gracias al photoshop- en adolescente, actrices convertidas en escolares, entre otros. Estemos o no de acuerdo con las técnicas, lo cierto es que “Informe Especial” buscó un ángulo distinto para abordar (una vez más) la pedofilia. Aunque esto no significa que esté bien hecho.

¿Se espera realmente que este tipo de programas sean originales, novedosos y golpeadores? Al parecer, lo último es una exigencia y por eso, en cierta medida, programas como “Contacto”, “Informe Especial” y “En la mira” estarían cumpliendo la tarea de impactarnos e instalar nuevamente estos temas en nuestras conversaciones diarias.

Hasta aquí no habría mucha novedad, sin embargo, reconozco que tuve esperanzas con el capítulo en el que se investigó durante ocho meses a nuestros diputados. El programa prometía: el equipo periodístico los había seguido por mucho tiempo y mostraría imágenes de las sesiones en el Congreso. ¿El resultado? Inasistencias, votos encargados al compañero de puesto, sedes distritales vacías, diputados que llegaban atrasados, firmaban y se iban, quizás demasiado ocupados en otras actividades que no pudimos saber si tenían o no relación con sus funciones y lo que los ciudadanos esperamos de ellos. ¿Por qué? Porque todo el aparataje se quedó en la forma que los diputados tienen de hacer las cosas, pero se saltó el fondo, que es finalmente lo que nos importa y que tiene que ver con el trabajo que ellos realizan o que confiamos que realizan adecuadamente.

Es cierto que podemos intuir que una persona que no cumple con las exigencias básicas de un trabajo (puntualidad, asistencia a las reuniones importantes, presencia en su oficina) puede fallar en las labores que se le encomiendan, sin embargo, eso no se vio en el reportaje, nos quedamos estancados en la cáscara, en la duda y en la suposición, faltó ese reporteo, así como nos falta en algunos reportajes sobre prostitutas, drogas, menores de las caletas y tráfico de drogas.

Quizás estos programas se han quedado en la forma, en la espectacularidad de la periodista de 39 que se transforma en una niña de 15, en las cámaras ocultas, en las persecuciones detectivescas y en el periodista-personaje que interpela a las fuentes que fiscaliza. Pero están olvidando el fondo y hacerse cargo de ese contenido es clave para que el espectador, al ver el inicio de uno de estos programas, no exclame: “¡Ah, no! ¡Otro reportaje sobre cabros cuicos que se alcoholizan!”.

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