Opinión

Nuestros medios y su ideología: la falsa imparcialidad

Por ~ Publicado el 27 septiembre 2011

Es necesario que existan ciertas limitantes para conglomerados gigantes que tienen más de un medio; es decir, es necesario que el mercado sea limitado para que así no solamente algunos tengan los medios informativos y para que las noticias sean pluralistas al igual que los medios que las entregan.

La sociedad se muestra escéptica y desconfiada de los medios | Foto: juancabrera, Flickr

Este año, en especial, ha sido uno de esos en donde la credibilidad de los medios ha estado en juego constantemente.  Las líneas editoriales tanto de los noticiarios como las de los clásicos medios escritos  han sido cuestionadas y puestas en tela de juicio de manera natural, como si todos y cada uno de los lectores y televidentes fuéramos el  más conspicuo analista de medios o el más ácido pensador en materia de prensa.

Las portadas, como lo he expuesto en otros textos en este sitio, nos parecen curiosas; las editoriales también nos causan constantemente suspicacia y alguno que otro comentario irónico con los amigos en los asados.  Pareciera que algo nos quieren decir los textos editoriales, los reportajes y hacia donde apuntan estos.

Pero todo esto lo podemos mirar solo cuando —como sucede en momentos históricos como éste— existe mayor atención en cada señal y cada mensaje que se tiende a dar desde los grandes poderes. Comúnmente en Chile no percibimos los mensajes y una cierta ideología mediática que en países como EE.UU. se siente diariamente, aunque el ciudadano medio norteamericano se caracterice por creerle a éstos cada una de sus afirmaciones y declaraciones de guerra.

Me explico.

En el gigante del norte existen medios como Fox News a cargo de magnates inescrupulosos como Ruport Murdoch en donde el republicanismo y extremo espíritu conservador se puede oler a leguas. Las maneras en que se han apoyado invasiones utilizando así un arma tan poderosa como las comunicaciones, es descarada al extremo de agradecerse,  porque por más que uno pueda estar en desacuerdo y repudie esos actos infames, la objetividad no se vende como tal, cosa que sí sucede en medios más discretos que dicen representar la ética y la moral nacional como sucede en Chile.

Acá , tanto en televisión como en los medios escritos, por años y sobre todo luego de la dictadura militar, han tratado de mostrar una imparcialidad que no es tal, tratando de mostrar como “objetivas” sus noticias y líneas editoriales.

La famosa visión “anti-política” de los medios no es tal y  por lo general se convierte en una despolitización dirigida a invalidar un tipo de hacer política, que generalmente en nuestro país se asocia a la izquierda y al levantamiento de movimientos que busquen mayor igualdad y acceso.

El Mercurio en este ámbito ha sido un experto por años,  porque debajo de su apariencia seria y meticulosa, al momento de “hacer periodismo” en muchas ocasiones no ha hecho más que encubrir una manera de mirar el mundo para así imponerla por sobre otra.

Es cierto que los medios de comunicación necesitan de la máxima independencia para trabajar, reportear y fiscalizar al mundo político, pero en Chile esa excusa ha sido usada por grandes conglomerados que por años han creado grandes monopolios informativos, para así dar su opinión política que está, por razones más que obvias, ligada a la de las grandes empresas y sus intereses.

La famosa visión “anti-política” que los medios, ya sea escritos como televisivos, han tratado de levantar para así dar la impresión de imparcialidad, claramente no es tal y  por lo general se convierte en una despolitización dirigida a invalidar un tipo de hacer política, que generalmente en nuestro país se asocia a la izquierda y al levantamiento de movimientos que busquen mayor igualdad y acceso a bienes públicos como la educación —particularmente hoy— y la salud.

Como señalé anteriormente, el hecho de que estos medios sean privados, les da una cierta independencia, que lamentablemente se convierte en impunidad con el devenir de los años; acusaciones, reportajes mal hechos y noticias delicadamente inventadas (o creación de realidades como le podíamos llamar de manera más fina) son unas de las tantas infracciones que estos medios le han hecho a la verdadera independencia periodística  con el fin de poder imponer su ideología, es decir: la manera que ellos creen que se deben mirar las cosas.

El libre mercado en el que nos vemos inmersos, cae en el grave error de fiscalizar solamente lo público y no entiende que al validar la empresa privada y por ende los medios de comunicación privados, también debe fiscalizarlos, porque estos tienen hoy en día casi la misma (o superior) responsabilidad por el hecho preciso de ser privados  y entregar un servicio social, como es la información.

Hoy en la televisión la fiscalización está mal entendida y se ha transformado en una especie de “tribunal moral” comandada por el Consejo Nacional de Televisión, que más que nada nació como un organismo de la dictadura para controlar la emisión de información. Este ”tribunal moral” tiene como objetivo hacer precisamente lo contrario a lo que se debe hacer en este medio y en el medio escrito: fiscalizar para que así no exista un monopolio en la entrega de información diaria, y su particular manera de mirar las situaciones del país no sea vista como una verdad, sino como la visión de un medio de comunicación que, dentro de una pluralidad, sería muy sana para nuestra sociedad.

Es necesario que existan ciertas limitantes para conglomerados gigantes que tienen más de un medio; es decir, es necesario que el mercado sea limitado para que así no solamente algunos tengan los medios informativos y para que las noticias sean pluralistas al igual que los medios que las entregan. En la diversidad está realmente la información, mientras que en la monopolización informativa —como la que ha reinado por años nuestro Chile— no hay más que una fuerte ideologización detrás que solamente ayuda al desarrollo de ciertos sectores, no así de una ciudadanía verdaderamente informada.


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