Opinión

Bueno y suertudo: dos veces bueno

Por ~ Publicado el 24 marzo 2009

Por Juan Foxley Rioseco*

{*Profesor de la Facultad de Economía y Negocios de la U. Alberto Hurtado y Miembro del Panel de Expertos del FMI en riesgo financiero}

A mí me gusta poco el triunfalismo adolescente del Chile de los noventa en el que, porque sobresalíamos en las finanzas públicas, nos creímos el cuento aquel de los jaguares. No nos hace bien andar por el mundo como nuevos ricos cuando todavía nos falta tanto para ser algo más que un simple paisaje, como alguna vez nos desnudó Nicanor.

Dicho esto, la noticia que vemos hoy no viene mal nada a alicaída autoestima nacional y merece titulares que, tal vez por deformación profesional, quisiera ver a ocho columnas. La agencia de clasificación de riesgo Moody´s elevó a A1 y con perspectivas de mejoría futura, el rating de la deuda pública en moneda extranjera de Chile. Es decir que al país le suben la nota justo cuando sus compañeros más pudientes viven la posibilidad de quedar repitiendo, sea por vacilación o falta de recursos para responder preguntas que se hicieron mucho más difíciles.

La clasificación obtenida nos hace despegarnos más de los latinoamericanos, pero también nos ubica por sobre Corea del Sur y Polonia, y nos iguala a China, la República Checa y Arabia Saudita, en el status de países enteramente capaces de pagar sus obligaciones. Las consecuencias serán un acceso preferencial del país y sus empresas a créditos más baratos en el exterior y la probable corrección al alza en el precio de sus activos domésticos, significando ambas en la práctica, un aumento en el potencial de crecimiento de la actividad y el empleo.

Sin duda el mérito principal de este logro en tiempos difíciles está en el gobierno económico liderado por el Ministro de Hacienda Andrés Velasco, especialmente por su tenaz renuencia a gastarse los excedentes de los precios del cobre y el molibdeno entre 2006-2008. Digamos también que, en el ámbito del ahorro de recursos (“fondos de riqueza soberana”) ha habido no solo gran responsabilidad y disciplina, sino también un poco de suerte.

Cuando sobrevino el derrumbe de los mercados en septiembre 2008, Chile estaba a punto de invertir hasta el 35 por ciento de sus ahorros en acciones y bonos de empresas. Esto que no tiene nada de raro para un fondo de ahorro de largo plazo que se puede dar el lujo de correr más riesgo, resultó felizmente truncado por la debacle de las bolsas. Justo cundo la decisión estaba a punto de ejecutarse, Chile no alcanzó a vender instrumentos de renta fija, evitando así perder del orden de 1.900 millones de dólares.

Son muchos los países a los que ni los golpes de suerte pueden ayudarles. Simplemente, porque no ahorraron nada.


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